Crónica del Show del Indio Solari en Tandil del sábado pasado.
Por Lucas Ten Hoeve.
Si hay un lugar en el que las bandas ricoteras se sienten bien recibidas, sin duda que es en la ciudad de Tandil. ¿Cómo no declararlo ciudadano ilustre a ese hombre de 62 años, oriundo de Entre Ríos, que cada vez que pisa suelo tandilense genera una revolución económica y social?
Por quinta vez , desde que es solista, Carlos Indio Solari se presentó en el Hipódromo de Tandil, ante más de 80 mil personas que se congregaron de los sitios más remotos para ser parte de esta misa única por el desempeño musical sobre el escenario y ,sobre todo, por ser la última del 2011.
Un día ideal con un sol radiante, en un lugar ideal y para la ocasión ideal. Todo estaba dado para que la tempestad se abriera paso al caer la noche. Desde temprano la ciudad cambió su rutina habitual para albergar a los miles de fanáticos (según datos oficiales 80 mil personas), que desde varios puntos de la patria y de los países vecinos también, se dieron cita para ver una vez más al ladrón de su cerebro, al mentor de la ideología redonda y a la voz de nuestro dios que es Patricio Rey. Ni más ni menos. Los canticos que prometen seguirlo hasta la luna parecen reales cuando se toma real dimensión de lo que sucede con el Indio y sus presentaciones.
El recital comenzó pasadas las 22 horas con tres temas continuados de su última placa, “El perfume de la tempestad”: un arrollador “Todos a los botes” que con su potencia nos arrastraba entre las mareas de la multitud, seguido por “Satelital” y “Chante Noire”, luego estos dieron pie para ser sucedidos por el primer clásico de Gulp!, hablamos de una épica e inmejorable versión de “Superlógico”. El sonido y a puesta en escena de la banda dieron la impresión de estar viendo el mejor show de rock argentino, sin lugar a dudas un nivel sólo comparable con las bandas de la elite musical internacional.
Los fundamentalistas del aire acondicionado, a base de pura técnica, talento y pulso rockero, no fueron simples acompañantes. Las guitarras de Baltasar Comotto y Gaspar Benegas al frente dieron una muestra de cómo pararse frente a una multitud y no defraudar. El Indio se tomó unos minutos para nombrarlos uno por uno a todos y agradecerles por formar parte sus presentaciones. También entre temas dejó salir la emoción y compartió el deseo de saludar a bruno, su hijo, que cumplía años. “Es algo personal, disculpen, pero tenía la necesidad de hacerlo”, expreso Solari, al momento que desde el público se escuchaba un sincero canto de feliz cumpleaños.
Más de 2 horas de show y 25 temas en total se vivieron a pleno. Saber que por un tiempo no habrá posibilidad de disfrutar en vivo a la voz más representativa del rock por estos pagos, que se tomará su tiempo para preparar nuevo disco, invitaba a dejar todo esa noche. De todas formas dejó entrever una futura fecha, en lugar a confirmar, para el mes de septiembre o diciembre del próximo año.
La lista de continuó con temas de todas las épocas, mucho de lo último y por supuesto el himno de todos, el implacable rocanrol que es todo nuestro tesoro: “Juguetes perdidos”, esa melodía que aún sin bengalas eriza la piel de quien lo aprecie.
El final fue lo que todos esperaban. Se sintieron los primeros cimbronazos con “queso ruso”, siguió la calma que precede a la tormenta con el viaje de sensaciones de “Flight 956” para desencadenar lo que se dio en llamar “el pogo más grande del universo”…
Después de sobrevivir a esa sensación inexplicable, los redonditos de abajo (agotados pero radiantes) volvieron a sus vidas normales, esperando el próximo llamado del Rey Patricio.
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